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Jean Anouilh; Antigone

"CREON: (...) Ve y busca a Haemon. Y cásate pronto, Antígona. Sé feliz. La vida fluye como el agua, y vosotros los jóvenes la dejáis escapar entre vuestros dedos. Cierra tus manos, agárrate a ella, Antígona. La vida no es lo que piensas que es. La vida es un niño jugando a tus pies, una herramienta que sostienes con fuerza en tu mano, un banco en el que te sientas por la noche, en tu jardín. La gente te dirá que eso no es la vida, que la vida es algo más. Te lo dirán porque necesitan tu fuerza y tu fuego, y porque querrán usarte. No les escuches. Créeme, el único pobre consuelo que nos queda en la vejez es descubrir que lo que te acabo de decir es cierto. La vida no es más que la felicidad que consigues arrancarle.

ANTÍGONA: (murmura, perdida en sus pensamientos). Felicidad...

CREON: (repentinamente consciente de sí mismo). No una gran palabra precisamente, ¿verdad?

ANTIGONA: (tranquila). Qué tipo de felicidad me adivinas? Descríbeme la imagen de tu Antígona feliz. ¿Cuáles son los pequeños pecados sin importancia que deberé cometer antes de que se me permita clavar mis dientes en la vida y arrancarle la felicidad? Dime: ¿A quién deberé engañar? ¿Hacia quienes tendré que adular? ¿A quién me tendré que vender? ¿A quién quieres que deje morir, mientras aparto los ojos?

CREON: Antígona, calla.

ANTIGONA: ¿Por qué me pides que calle cuando todo lo que quiero es saber qué tendré que hacer para ser feliz? Ahora; dado que es ahora mismo cuando debo tomar mi decisión. Tú dices que la vida es tan maravillosa. Quiero saber qué tendré que hacer para poder decir lo mismo.

CREON: ¿Amas a Haemon?

ANTÍGONA: Sí, amo a Haemon. El Haemon que amo es dificil y joven, fiel y difícil de satisfacer, igual que yo. Pero si lo que amo de Haemon se va a desgastar como una piedra pisoteada por la cosa que tú llamas vida, la cosa que tú llamas felicidad; si Haemon llega al punto en que deja de palidecer de miedo si palidezco, deja de pensar que debo haber muerto en un accidente cuando llevo cinco minutos de retraso, deja de sentir que está sólo en el mundo cuando yo río y él no sabe por qué -si también él tiene que aprender a decirle sí a todo- bien, no, entonces, ¡no! ¡Yo no amo a Haemon!

CREON: ¡No sabes lo que dices!

ANTÍGONA: ¡Que no sé lo que digo! Ahora eres tú quien ha dejado de entender. Estoy demasiado lejos de tí, hablando desde un reino al que no puedes entrar, con tu lengua rápida y tu corazón hueco. (Ríe). Me río, Creon, porque de repente te veo como debiste ser a los quince: la misma expresión de impotencia en tu rostro y la misma convicción interna de que no había nada que no pudieses hacer. ¿Qué te ha dado la vida, excepto las arrugas de tu cara, y la grasa de tu estómago?

CREON: ¡Que te calles, te digo!

ANTÍGONA: ¿Por qué quieres que me calle? ¿Porque sabes que tengo razón? ¿Crees que no puedo ver en tu cara que lo que digo es verdad? No puedes admitirlo, por supuesto; tienes que seguir gruñendo y defendiendo el hueso que llamas felicidad.

CREON: ¡Es tu felicidad también, pequeña estúpida!

ANTÍGONA: ¡Yo escupo en tu felicidad! Escupo en tu idea de la vida -que la vida debe seguir, pase lo que pase. Eres como los perros que lamen todo lo que huelen. Tú con tu promesa de una felicidad rutinaria -siempre que una persona no pida demasiado a la vida. Yo quiero todo de la vida, lo quiero; ¡y lo quiero ahora! La quiero total, completa: si no es así, ¡la rechazo! Yo no seré moderada. Yo no me estaré satisfecha con el pedacito de tarta que me ofreces si prometo ser una niña buena. Quiero estar segura de todo este mismo día, segura de que todo será tan hermoso como cuando era una niña. Si no, ¡quiero morir!"


Y he aquí uno de los mejores momentos de una obra genial. Mis disculpas por una traducción que, siendo en segundo grado (traducido de una traducción al inglés) y de aficionado, seguro que no le hace justicia al original.

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