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Entre visillos; Carmen Martín Gaite

Es una novela bastante curiosa, realista y simple en apariencia, sin demasiada floritura, pero la mar de interesante. Los tipos, los personajes, están muy bien retratados, y las conversaciones que tiene son muy naturales. Es difícil dar una buena idea del libro en conjunto como fragmento, más que nada porque es importante cómo los personajes se construyen y sus relaciones entre ellos. Con eso y con todo, he aquí uno de mis fragmentos favoritos. Siento que pierda tanto en pequeñín:

"Aquella noche ya no tenía trabajo en el casino. Anduvimos por las calles de la Catedral, y otra vez en el río, mirando las luces pobres que se meneaban sobre el agua en reguerillos. Fue una despedida lenta y deprimente. Al final estuvimos sentados en una terraza de la Plaza Mayor, tomando café. Yo tenía sueño. La gente que salía de los cines nos miraba al pasar, con ojos descarados. Hacía un poco de frío.

A la una le dije:

-¿Nos vamos?

-¿Tan pronto? Ahora da pereza moverse.

Hablaba con los ojos puestos en la taza vacía de café que inclinaba por el asa con dos dedos.

-Yo lo digo por ti, si te duermes tarde vas a perder el tren mañana, ¿no has dicho que sale a las ocho?

-Si. ¿Y si lo pierdo?

Me miraba al decirlo.

-Tú veras.

Al llegar a casa nos paramos en el pasillo, casi a oscuras, entre las dos habitaciones. Hablábamos cuchicheando.

-Ya le dije antes a la vieja de aquí que mañana te cambie a mi cuarto. Estarás mejor porque es más grande.

-Bueno.

-Me gusta que te quedes en mi cuarto.

Le brillaban los ojos, como al borde del llanto. Luego sacudió la cabeza con un gesto afectado y me tendió la mano.

-Bueno, adiós, que es muy tarde. Y a ver si eres bueno. Me tienes que poner una postal de vez en cuando. Me cuentas que tal te va, señor profesor.

-De acuerdo, Rosa, que tengas suerte.

Estábamos con las manos cogidas. Dijo, acercándose:

-Me figuro que me besarás.

Me incliné para besarla. Llevaba un carmín que sabía amargo.