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Prólogo del Eclesiastés

En estos dos últimos días, mi lectura han estado siendo los Libros Sapienciales de la Biblia, así como los Líricos. Tiene narices que de los 150 salmos del libro de los Salmos cosa de 10 sean interesantes; tiene narices que el libro de Job sea muchísimo más aburrido de lo que había pensado, igual que las tiene que los Proverbios sea más aburrido que leerse un refranero o un diccionario. En realidad, está claro que cuando no hay batallas, asesinatos y violaciones, la Biblia pierde encanto.

Pero por suerte, empezando un nuevo libro (el Eclesiastés), me he encontrado con este prologito. El tomo promete: no sé si a alguien le sonará a la base de todas esas literaturas cristianas sobre cómo pasa el tiempo y nada se queda, como el mundo es vanidad y apariencia... Además, está mas o menos bien escrito:

"¡Vanidad de vanidades! -dice Cohélet-, ¡vanidad de vanidades, todo es vanidad! ¿Qué saca el hombre de toda la fatiga con que se afana bajo el sol? Una generación va, otra generación viene, pero la tierra permanece donde está. Sale el sol, se pone el sol; corre hacia su lugar y de allí vuelve a salir. Sopla hacia el sur el viento y gira al norte; gira que te gira el viento, y vuelve el viento a girar. Todos los ríos van al mar y el mar nunca se llena; al lugar donde los ríos van, allá vuelven a fluir. Todas las cosas se cansan. Nadie puede decir que no se cansa el ojo de ver ni el oído de oir.

Lo que fue, eso será;
lo que se hizo, eso se hará.
Nada nuevo hay bajo el sol.


Si de algo se dice: "Mira, eso sí que es nuevo", aun eso ya sucedía en los siglos que nos precedieron. No hay recuerdo de los antiguos, como tampoco de los venideros quedará memoria entre los que después vendrán."

¿No tenéis la sensación de que os resulta familiar y lo habéis leído mil veces repetido en otras literaturas? Ah, por cierto, el Cantar de los Cantares sigue molando. Es erotismo literario con mucha, mucha clase y aún más antigüedad.

CADA ESCALÓN UN ESCALOFRÍO

Cada escalón un escalofrío, con cada centímetro de frío mármol la certeza de una muerte lenta y dolorosa, de un fin humillante y cruel, una muerte que empezó hace cuatro largos años y que continúa cada día, destrozando mi alma poco a poco con cada asalto.

Introduzco la llave en la cerradura. Quizá haya ido a trabajar, quizá no, quizá esté esperándome, quizá se haya marchado como siempre y entonces mi corazón volverá a latir a un ritmo normal y mis pulmones se invadirán de oxígeno y dejaré de respirar su aliento viciado por cada insulto que me profiere.
Entro en el piso, cierro la puerta y llevo las bolsas de la compra. Hay un silencio sepulcral y un mal presentimiento invade mis sentidos, recorro el apartamento buscándolo y no lo encuentro, ha ido a trabajar.
Por fin me relajo, pongo la radio y coloco la compra. Hoy he gastado más de lo normal, se enfadará cuando revise las cuentas, dice que no soy buena administradora.
Voy al salón y lo pongo en orden, aquí me encuentro un dibujo de Alicia, aquí una cera, aquí una muñeca, aquí otra cera. A veces pienso que lo mejor sería marcharse muy lejos de aquí con ella, tengo miedo de que le haga a ella lo mismo que a mí, entonces no respondería de mí misma. No quiero que crezca sola, sin madre, él lo sabe, ella es su mayor seguro para que permanezca con él, por eso finge que la adora, ha erigido a mi propia hija en mi carcelera.
Me dirijo a la habitación de mi pequeña, todo es caótico, pero hasta su desorden resulta dulce. Una medias, una zapato azul, una cinta del pelo, más muñecas y más ceras.
La radio se ha apagado, normal, pobre trasto que ha recibido tantos golpes…qué irónico. Será mejor que vaya a ponerla de nuevo, la radio hace que me sienta acompañada y sobre todo siento que él no está.
Llegando a la cocina me doy cuenta de que me falta el aliento, no puedo respirar, algo no va bien, la radio no está en su sitio, ¿dónde está la radio?
- ¡Puta!
Es él, es su voz, está enfadado. Siento un fuerte golpe en la cabeza… me ha golpeado con la radio. Todo da vueltas, siento un líquido caliente que me moja el vaquero; me he orinado. Todo da vueltas a mí alrededor y la oscuridad va cerniéndose sobre mí a cada golpe que recibo. Me patea todo el cuerpo mientras que intento protegerme con las manos.
Todo termina tan rápido como empezó, pero no puedo moverme. Siento que si muevo un solo dedo me rompa en mil pedazos. Aunque por dentro ya estaba destrozada, en todos los sentidos.


Mariola Guijarro M.

Úrsula K. Le Gluin; La mano izquierda de la oscuridad

Con permiso, os dejo los primeros párrafos de una novela de ciencia ficción con la que ando descansando de la lectura de la Biblia. Personalmente, lo estoy encontrando como una buena forma de empezar. Y además, la señora Le Gluin no me está decepcionando en absoluto: una novela de filosofía, sociología y divagaciones sobre "cómo sería un mundo en el que...". Eso sin carecer de las inevitables aventuras e intrigas que hacen a una novela entretenida. Espero que os pique la curiosidad:

"Escribiré mi informe como si contara una historia, pues me enseñaron siendo niño que la verdad nace de la imaginación. El más cierto de los episodios puede perderse en el estilo del relato, o quizá dominarlo, como esas extrañas joyas orgánicas de nuestros océanos que si las usa una determinada mujer brillan cada día más, y en otras en cambio se empañan y deshacen en polvo. Los hechos no son más sólidos, coherentes, categóricos y reales que esas mismas perlas; pero tanto los hechos como las perlas son de naturaleza sensible.

No soy siempre el protagonista de la historia, ni el único narrador. No sé en verdad quién es el protagonista: el lector podrá juzgar con mayor imparcialidad. Pero es siempre la misma historia, y si en algunos momentos los hechos parecen alterarse junto con una voz alterada, no hay razón que nos impida preferir un hecho a otro; sin embargo, no hay tampoco en estas páginas ninguna falsedad, y todo es parte del relato.

La historia se inicia en el diurno 44 del año 1491, que en el país llamado Karhide del planeta Invierno era odharhahad tuya, o el día vigésimo del segundo del tercer mes de primavera, en el año uno. Aquí es siempre año uno. El día de año nuevo sólo cambia la fecha de los años pasados o futuros, ya se cuente hacia atrás o hacia adelante a partir de la unidad Ahora. De modo que era la primavera del año uno en Erhenrang, capital de Karhide, y mi vida estaba en peligro, y yo no lo sabía."

Paul Celan

Lo de ayer no era más que un adelanto. Encontré no hace mucho a este poeta (y juro solemnemente que fue eso: un encontronazo) y me encantó. Era un judío rumano cuyos padres murieron en campos de concentración y que fue metido en un campo de trabajo. Y tiene unos poemas geniales. Aquí dejo otro par:

CHANSON DE UNA DAMA EN LA SOMBRA

Cuando viene la silenciosa y decapita los tulipanes:
¿Quién gana?
¿Quién pierde?
¿Quién va a la ventana?
¿Quién nombra su nombre primero?

Es uno que lleva mi pelo.
Lo lleva como se lleva a los muertos en las manos.
Lo lleva como el cielo llevó mi pelo el año en que amaba.
Lo lleva así por vanidad.

Ese gana.
Ese no pierde.
Ese no va a la ventana.
Ese no nombra su nombre.

Es uno que tiene mis ojos.
Los tiene desde que los portones se cerraron.
Los lleva en el dedo como anillos.
Los lleva como trizas de placer y zafiro:
él ya era mi hermano en otoño;
ya cuenta los días y noches.

Ese gana.
Ese no pierde.
Ese no va a la ventana.
Ese nombra su nombre al final.

Es uno que tiene lo que dije.
Lo lleva bajo el brazo como un hato.
Lo lleva como el reloj su más mala hora.
Lo lleva de umbral en umbral, y nunca lo arroja.

Ese no gana.
Ese pierde.
Ese va hacia la ventana.
Ese nombra su nombre primero.

Ese es con los tulipanes decapitado.



FUGA DE LA MUERTE


Negra leche matutina la bebemos de tarde
la bebemos al mediodía y de mañana la bebemos de noche
bebemos y bebemos
cavamos una fosa en los aires allí no se yace estrechado
Un hombre vive en la casa él juega con las serpientes él escribe
él escribe cuando oscurece a Alemania tu dorado cabello Margarethe
él escribe y sale de la casa y brillan las estrellas silba a sus mastines
que vengan
a su lado
silba a sus judíos que salgan adelante hace cavar una fosa en la tierra
nos manda tocad ahora para el baile

Negra leche matutina te bebemos a la noche
te bebemos de mañana y mediodía te bebemos a la tarde
bebemos y bebemos
Un hombre vive en la casa y juega con serpientes él escribe
él escribe cuando oscurece a Alemania tu dorado cabello Margarethe
tu ceniciento cabello Sulamith cavamos una fosa en los aires allí no se
yace
estrechado

Grita cavad más hondo en la tierra unos y otros cantad y tocad
coge el hierro en el cinto lo blande sus ojos son azules
cavad vosotros más hondo unos y otros seguid tocando para el baile

Negra leche matutina te bebemos a la noche
te bebemos de mañana y mediodía te bebemos a la tarde
bebemos y bebemos
Un hombre vive en la casa tu dorado cabello Margarethe
tu ceniciento cabello Sulamith él juega con serpientes

El grita tocad más dulce a la muerte la muerte es un maestro que
viene de
Alemania
grita tocad más oscuro los violines entonces subiréis como humo en el
aire
entonces tendréis una fosa en las nubes allí no se yace estrechado

Negra leche matutina te bebemos a la noche
te bebemos al mediodía la muerte es un maestro que viene de
Alemania
te bebemos a la tarde y de mañana bebemos y bebemos
la muerte es un maestro que viene de Alemania su ojo es azul
él te da con la bala de plomo te da certeramente
Un hombre vive en la casa tu dorado cabello Margarethe
él azuza los mastines contra nosotros nos regala una fosa en el aire
él juega con las serpientes y sueña la muerte es un maestro que viene
de
Alemania
tu dorado cabello Margarethe
tu ceniciento cabello Sulamith

Salmo; Paul Celan

SALMO


Nadie nos amasará otra vez de tierra y de limo,
nadie soplará palabra a nuestro polvo.
Nadie.
Alabado seas tú, Nadie.
Por amor a ti queremos
florecer.
En contra
de ti.
Una nada
éramos, somos, seguiremos
siendo, en flor:
la rosa de nada, de
nadie.
Con
el buril diáfano de alma,
el estambre desolado de cielo,
la roja corona
de la palabra de púrpura que cantamos
sobre, oh sobre
la espina.


Carla Bruni; Raphael

Y he aquí una de mis canciones favoritas de esta señora. Porque sí, amigos míos, existía antes de su affair con cierto señor francés de nombre inescribible. Y además, cantaba de maravilla. Esta cancioncilla es, inevitablemente, la razón por la que el nombre de Raphael me gusta tanto:

Carta de San Pablo

La Biblia y yo hemos hecho un tácito acuerdo: ella se deja leer como literatura y yo le leo. Así, no veáis lo que estoy aprendiendo sobre la "historia" del pueblo judío elegido por Yavhé y de los prontos que le dan. Mi favorito de momento es cuando un monton de críos se ríen del profeta Eloíso llamándole calvo, este se queja y Yavhé le manda un par de osos que despedazan, dice, a 42 de los chavalines. Aún así, no todo es sangre, sexo, sacrificios y ganado (porque ni os imaginaríais la cantidad de veces que salen las ovejas y cabras).

También hay cosas bastante bonitas. Y entre ellas, esta es una de mis favoritas: una lectura de San Pablo. Ese mismo que luego hablaba de la mujer que debe de ser subordinada al hombre y esas cosas... Sí... Pero en fin, ese tipo de gente también puede escribir cosas buenas. De hecho, considero esta carta tan tópica (es algo que todo el mundo ha oído alguna vez) como linda y cursi. A mi es que me encanta, aunque sea en el sentido romántico y no el religioso. Aquí os dejo su primera carta (si no me equivoco) a los corintios:


"Ambicionad los carismas mejores. Y aún os voy a mostrar un camino excepcional.
Ya podría yo hablar las lenguas de los hombres y de los ángeles; si no tengo amor, no soy más que un metal que resuena o unos platillos que aturden. Ya podría tener el don de profecía y conocer todos los secretos y todo el saber; podría tener fe como para mover montañas; si no tengo amor, no soy nada. Podría repartir en limosnas todo lo que tengo y aún dejarme quemar vivo; si no tengo amor, de nada me sirve.
El amor es paciente, afable; no tiene envidia; no presume ni se engríe; no es mal educado ni egoísta; no se irrita, no lleva cuentas del mal; no se alegra de la injusticia, sino que goza con la verdad. Disculpa sin límites, cree sin límites, espera sin límites, aguanta sin límites. El amor no pasa nunca."

Los caballeros las prefieren rotas

Gira entre sus dedos el cigarro, le da unos golpecitos y la ceniza se derrama hacia la calle mientras el humo asciende y asciende. Y ella esta vez no piensa cómo le gustaría escaparse como el humo ni cómo el cigarro es más libre para deshacerse ni cómo es mejor quemarse que vivir en cenizas ni nada por el estilo. Ahora mismo, no piensa en nada.

Más tarde, a la quinta o sexta calada, coincidiendo con el paso de un gorrión, se sobresaltará. Durante unos segundos, tensa, mirará hacia el pasillo y respirará y respirará con el cigarrillo sacado. Parecerá entonces mentira que los gorriones vuelven y los árboles crezcan, o que el sol caliente su mano mientras ella respira así, podrida a miedo, pero será. Continuará respirando unos segundos sin saber si debería tirar de una vez el cigarro e intentar disimular el humo. A él, al fin y al cabo, no le gusta que fume y es mejor, se dice, no darle razón para enfadarse. Es mejor moverse sin hacer mucho ruido, deslizarse de puntillas cada día y cada hora. Parecerá mentira, con ese miedo en la garganta, que el mundo se empecine en dejar escapar belleza de la boca de un gorrión. Pero al fin y al cabo, piensa fingiéndose el cinismo, al mundo nunca le has importado.

No siempre fue así ni siempre estuvo temiendo, pero conforme pasa el tiempo es más duro recordar. Sabe que fue una niña, que se conocieron y aguantaron a las puertas del colegio; sabe que empezaron a salir a los 16, novios de toda la vida. Sabe que le quiso, quizás por inercia o quizás no, y sabe que se acostaron un verano con torpeza. También sabe que, para cuando se casaron, no estaba ni segura ni enamorada ni preñada. Quizás lo hizo porque necesitaba un cambio. Y como sabe eso, sabe que en algún momento fueron pudriéndose, aunque aún no sepa como, cada uno a su manera. Estaría quizás la diferencia de que él no se quema ni se guarda ni se amarga las vísceras, no puede, ¿verdad?, no puede. Él simplemente golpea y si da no es porque no le quiera, no es tan fácil. Solo es que ella está más cerca, sólo eso, ¿verdad?

El cigarro tiembla cuando tiembla su mano, bajo el sol y bajo el cielo. Es mejor, se dice, no pensar ciertos asuntos. Hay otras cosas, es cuestión de divagar. Con la imaginación en las manos, lo sabe mejor que nadie, es muy fácil esconderse.

Así, por ejemplo, bajo el sol en el balcón y a solas, se hace saber que en alguna parte hay un palacio. Estaría en un lugar extraño, al oeste del fin del mundo, por ejemplo. Tendría pasillos anchos, tendrías espiras y torretas misteriosas. En su cielo no habría (no debería haber) pájaros, ni uno, como no habría sol que brillase o balcones desde los que sentirse atrapada y sin sentido. Irían sus dueños callados y cubiertos, sin rostro ni sexo ni voces que engañen. ¿Para qué las querrían si sólo tomarían nota, si unos ojos solo iban a servir para llorar? Ellos, bueno, asistirían a cada golpe y a cada miedo y tomarían nota en algún libro de papiro. Es necesario, ella lo sabe, que haya testigos del dolor. No un testigo como su hijo, que no entiende, que les mira, que hace de nuevo de víctima y de verdugo, como él, como ella, ¿verdad? Porque nadie está libre de culpa aunque el cielo azul a veces pueda hacernos creer lo contrario.

Pero no es eso, se musita antes de dar otra calada, no es exactamente, no es tan fácil con el dolor oprimiéndote la sien. Suspira y limpia como puede su cabeza. De nuevo, es cuestión de obligarse a saber que en ese palacio se sabría de cada dolor y de cada grieta, que habría unos testigos perfectos: capaces de sufrir por gente de quien no saben nada, sufriendo continuamente. Habría pasillos y salas y anaqueles por todas partes. Y en ellos, bueno, en ellos cada cual, cada persona, como una muñequita, como esas tan antiguas que tuvo de niña y rompió en un momento dado (quizás por error, quizás por despecho). ¿No sería lógico? Muñecas de cada persona, con tantos golpes y tantas grietas como esa hubiese sufrido, ¿no sería lo adecuado? ¿Cuántas grietas tendría ella, entonces? ¿Más que él? Seguramente, aunque también él las tuviese. A él, está segura o prefiere estarlo, también le duele cuando la furia se le escapa por la mano y se encuentra algo ebrio ante una persona a quien querría querer y ha herido sin quererlo. Porque es sin quererlo, ¿cómo creer otra cosa en un día así, por mucho miedo que tenga respirándole en la nuca? ¿Cómo pensar de él otra cosa cuando no esta pidiendo ni mandando ni agrietándole la serenidad?

Mientras lo piensa es consciente de un modo algo perverso de que podría ser una mujer cualquiera que fuma en la ventana. Pero no lo es, claro, no es como todos. Para empezar, puede hacerse saber que en su palacio habría anaqueles con muñecas más o menos heridas. Se guardarían como tesoros, y a más dolor, más valor, como antigüedades o secretos. De cuando en cuando, como milagros para las heridas, habría algo maravilloso que se esfuerza en saber. Vendrían en corcel caballeros de brillante armadura, de corazón puro y brazos fuertes. Vendrían y abrirían las puertas para tomar, sin más, de los anaqueles, alguna muñeca herida. ¿No sería lo correcto, tomar a las más valiosas y que más lo necesitan? Les sacarían de allí, al galope sobre la arena, hasta una tierra donde brillaría el sol, cantarían los gorriones y crecerían los árboles sin una pizca de sarcasmo en su belleza.

Llega ahora él y le descubre fumando. Hay algo trágico en cómo ambos hieren al otro a base de palabras que se vuelven gritos, aullidos como de lobos. Hay algo trágico en cómo él logra herir más hiriendo la carne, en cómo otra vez mira su mano desde fuera sin entender que haya vuelto a hacerlo, en cómo se disculpa torpemente. Termina en cuestión de minutos, el se va, ellos se evitan. Es trágico también como ella vuelve al balcón y se obliga a saber que habría un palacio y un anaquel y un milagro o caballero para ella, para ella. Porque sabe mientras cae la ceniza que si no hubiese ni palacio ni anaquel ni caballero futuro que le prefiriese por rota sería tan, tan terrible…

Ascensión hacia el reposo; Luís Rosales

Antes de partir a las lejanas playas alejadas de Internet, aquí os dejo un, desde mi punto de vista, bellísimo poema de Luís Rosales. Espero que lo disfrutéis:

Como es misericordia la locura y el espacio nos brinda la bienaventuranza,
como es la noche viva, la lluvia silenciosa que va del corazón del hombre hasta los ojos
en un encendimiento de sombra y hermosura.
Como sé que al morir terminará la muerte.
Como en el corazón se derrama la sangre con un rumor de lluvia que ilumina la niebla.
Como tengo fe de soñar que te amo,
mi carne será un día como un agua corriente
y mi cuerpo será de silencio amoroso, de cristal dolorido cuando tú lo iluminas.

Como en la inclinación morena de tus ojos el silencio vencido se convierte en aroma.
Como tengo una voz que se cubre de yerba donde vuelan las alondras y palabras y lágrimas.
Y como en tu cabello despierta la agonía,
y la paciencia intacta naufragará en la sangre
porque existe la muerte,
porque la sombra clara se convierte en misterio y la quietud del mundo colma la transparencia,
porqué el último olvido morirá con el hombre,
y tu boca de llanto y amapolas violentas,
y tus brazos de cal y niebla reclinada,
y tus manos delgadas como álamos de espuma,
y mi voz,
y mis ojos,
todo será divino al perder la memoria.

Como insiste el dolor, pero no se termina y es la lenta ascensión de la sangre al reposo.
Como es la primavera al donaire porque llevas el alma derramada en el paso.
Como es la caridad para mirar tu cuerpo y es la noche tranquila tu encendida alabanza.
Como tú eres el único sufrimiento posible y la angustia de cal que me quema los ojos,
con humildad,
buscando la palabra precisa,
yo te ofrezco la sombra, la paciencia del mundo donde olvido la espera,
donde olvido esta inmóvil angustia de ser junco y sentir en las plantas los impulsos del río,
donde puedo creer,
donde puedo creer, porque marchamos juntos igual que dos hermanos perdidos en la nieve.

Umberto Eco; El nombre de la Rosa

Una de las mejores novelas policiacas que he tenido el placer de leer. A la calidad de su trama se une, además, el dominio que su autor tiene del lenguaje (dominio, supogno, más que imprescindible si uno intenta ser un semiólogo). Aunque no es una obra de Absoluta Belleza, es genial y muy entretenida. Resulta interesantísima, con una ambiente y un mundo desarrollado con maestría absoluta. Por ejemplo, el bueno de Eco componía las conversaciones que trascurrían con sus personajes en movimiento usando un plano para que durasen lo justo. Este mundo prácticamente funciona por sí sólo. Y la recreación histórica, así como las descripciones del arte, los personajes y la filosofía (no siempre de la época, aunque siempre camuflados como si lo fuesen) queda de maravilla, dando más sabor a esta inusual novela detectivesca. Además, el hecho de que se desarrolle en la Edad Media y con un montón de latinajos sólo le da más encanto...

Este fragmento del diálogo me resulta de los más interesantes, y ayuda a ilustrar bastante bien las opiniones de nuestro detective inglés y monje franciscano favorito: Guillermo de Baskerville.

"-Refrectorio, scriptorium, biblioteca -dijo Guillermo-. De nuevo la biblioteca. Venancio murió en el Edificio, y muy probablemente en la biblioteca.

-¿Por qué en la biblioteca?

-Trato de ponerme en el lugar del asesino. Si Venancio hubiese muerto, asesinado, en el refectorioo, en la cocina o en el scriptorium, ¿por qué no dejarlo allí? Pero simurió en la biblioteca, había que llevarlo a otro sitio, ya sea porque en la biblioteca nunca lo habrían descubierto (y quizás al asesino le interesaba precisamente que lo descubrieran), o bien porque quizás el asesino no desea que la atención se concentre en la biblioteca.

-¿Y por qué podría interesarle al asesino que lo descubrieran?

-No lo sé. Son hipótesis. ¿Quién podría asegurar que el asesino mató a Venancio porque lo odiaba? Podría haberlo matado como a cualquier otro, para significar otra cosa.

-Omnis mundi creatura, quasi liber et scriptura... -murmuré-. Pero, ¿qué tipo de signo sería?

-Eso es lo que no sçe. Pero no olvidemos que también existen signos que sólo parecen tales, pero que no tienen sentido, como blitiri o bu-ba-baff...

-¡Sería atroz matar a un hombre para decir bu-ba-baff!

-Sería atroz -comentó Guillermo - matar a un hombre para decir Credo in unum Deum..."



Como habréis podido comprobar en el breve diálogo: desarrollo de personajes, latinajos, filosofía medieval y relato de misterio. Todo en uno y además con libros y un personaje que se identifica con Borges. En serio, ¿hace falta más para instaros a que lo leáis?

Virginia Woolf; Un cuarto propio

UN CUARTO PROPIO

"Pero, dirán ustedes, nosotros le pedimos que hablara sobre las mujeres y la novela -¿qué tendrá eso que ver con un cuarto propio? Intentaré explicarlo. Cuando me pidieron que hablase sobre las mujeres y la novela me senté en la orilla de un río y me puse a pensar lo que esas palabras querrían decir. Podrían significar simplemente unas observaciones sobre Fanny Burney; otras sobre Jane Austen; un tributo a las Brontë y un esbozo de la casa parroquial de Haworth bajo la nieve; algunas eventuales ironías sobre Miss Mitford; una respetuosa alusión a George Eliot; una referencia a Mrs. Gaskell y asunto concluido. Pero repensándola bien, la empresa no me pareció tan sencilla. El tema Las mujeres y la novela puede decir, y ustedes pueden querer que quiera decir, las mujeres y lo que parecen; o si no las ujeres y las novelas que escriben; o tal vez las mujeres y las novelas que se escriben sobre ellas; o esas tres cosas inextricablemente mezcladas y esto último puede ser lo que ustedes quieren que estudie.

Pero al disponerme a adoptar esa interpretación que me parecía la más interesante de todas, pronto advertí que tenía una desventaja fatal. Nunca podría cumplir lo que es, entiendo, el primer deber de un conferenciante: ofrecerles después de una hora de charla una pepita de verdad pura,envolverían en las hojas de sus libretas y guardarían eternamente sobre el mármol de la chimenea. Sólo puedo ofrecerles una opinión sobre un tema menor: para escribir novelas, una mujer debe tener dinero y un cuarto propio; y eso, como ustedes verán, deja sin resolver el magno problema de la verdadera naturaleza de la mujer y la verdadera naturaleza de la novela.

(...)"

Así empieza Un cuarto propio de Virginia Woolf, uno de los ensayos sobre teoría de la literatura (o, quizás, sociología de la literatura) que más he disfrutado. Para cualquier que tenga interés sobre estos temas, la edición española está traducida por Borges y es más que satisfactoria. Sobre todo muy recomendable para aquellos interesados en las teorías feministas: no en vano es nuestra amiga Virginia una de las principales autoras de esta corriente.