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Causa y efecto

Lo que uno hace en lugar de leerse una Novela Ejemplar de nuestro amigo Cervantes:


CAUSA Y EFECTO

Porque la luz brillaba, así fue. Porque era una mañana bonita y alguien tenía que comprar el pan, salió por la puerta. Iba a morir. Claro que él no lo sabía (¿cómo iba a saberlo?) cuando recogió las llaves y unas monedas y salió a la calle y sonrió porque los días soleados y fríos le hacían sonreír. Si analizamos las circunstancias y cómo era inevitable que actuasen, podemos saber que ya estaba condenado. Nadie puede esquivar las relaciones de causa y efecto. Pero nosotros, con lógica (y siendo científicos, científicos ante todo) podemos reconstruir el proceso, razonar por qué esa persona que bajaba la cuesta y atravesaba la plaza y se detenía a disgusto para hablar con una vecina iba a morir. Visto al detalle, no podía ser más obvio. Mientras él decidía que la mañana era bonita (y de no ser así, se abría retrasado y nada de esto habría sucedido), en la otra punta de la ciudad una mujer cuyo nombre no interesa alcanzaba el orgasmo bajo el empuje del repartidor de butano local. Su grito despertó a un malhumorado hermano que golpeó las paredes exigiendo que se fuesen a un hotel y salió a la ventana a fumarse un cigarro lejos del envidiable chillido de los muelles. La ceniza de su cigarro cayó (y era inevitable que así lo hiciese, dada la gravedad, su peso y el viento) sobre la nariz de un gato. Porque había caído sobre él la ceniza, despertó estornudando. En otra historia, este estornudo fue la causa final de un incendio, pero como buenos científicos nos atendremos sólo al análisis de un objeto de estudio. Habiéndose despertado y con un rugido en las tripas, se decidió el gato a cruzar la calle hacia la basura de la pescadería cercana, de donde venia el aroma de un prometedor salmón noruego. Cruzando la calle, fue atropellado. El coche que lo hizo, conducido por una encantadora mujer de pelo rojo, se detuvo unos minutos para ver el resultado mientras la futura víctima entraba en la panadería y se relamía al olor y se quitaba la chaqueta por el calor para hacer cola. Estos minutos de más en el coche hicieron que un niño no fuese recogido a tiempo. Mientras el futuro cadáver salía de la panadería tras haber aguantado un chiste y pisaba la calle y andaba hacia la plaza, el niño se aburría. Para hacer tiempo, se le ocurrió espantar a una bandada de palomas, y mientras, el pobrecillo volvía ya por la plaza con los ojos en el cielo. Ya debería ser obvio para cualquiera de nosotros cómo continuó la relación de causas y efectos, inevitable camino a su muerte. Nuestro pobre objeto de estudio, que caminaba ajeno a su peligro. Porque se espantó la bandada, salió volando, atravesó los tejados, sobrevoló, la plaza, se reflejó en sus ojos y se llevó su alma sin dejar allí más que un cuerpo caído, la sonrisa y el pan.

Gottfried Benn; Lo que es malo

He aquí mi macarrónica traducción de un poema de Gottfried Benn (un autorcillo alemán como cualquier otro que murió hacia el 56). Personalmente, me gusta el cambio que el poema va pegando. Lo único que me temo es no haber sido demasiado hábil en la traducción. Pero tendréis que disculpármelo: es la torpe traducción al español de una torpe traducción al inglés que me hizo un amigo.

LO QUE ES MALO

Si uno no sabe inglés,
oir hablar de una novela negra inglesa
que no está traducida al alemán.

Ver una cerveza cuando hace calor
que uno no puede pagarse.

Tener un nuevo pensamiento
que uno no logra envolver en un verso de Hölderin*
como hacen los profesores.

Escuchar el golpeteo de las olas cuando viajas
y decirte que siempre lo hacen.

Muy malo: ser invitado
cuando en la casa las habitaciones están más silenciosas
el café es mejor
y no es necesaria la conversación.

Lo peor:
no morir en verano
cuando todo deslumbra
y la tierra es ligera a la pala.


*(famoso poeta alemán de los siglos XVIII y XIX)