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CADA ESCALÓN UN ESCALOFRÍO

Cada escalón un escalofrío, con cada centímetro de frío mármol la certeza de una muerte lenta y dolorosa, de un fin humillante y cruel, una muerte que empezó hace cuatro largos años y que continúa cada día, destrozando mi alma poco a poco con cada asalto.

Introduzco la llave en la cerradura. Quizá haya ido a trabajar, quizá no, quizá esté esperándome, quizá se haya marchado como siempre y entonces mi corazón volverá a latir a un ritmo normal y mis pulmones se invadirán de oxígeno y dejaré de respirar su aliento viciado por cada insulto que me profiere.
Entro en el piso, cierro la puerta y llevo las bolsas de la compra. Hay un silencio sepulcral y un mal presentimiento invade mis sentidos, recorro el apartamento buscándolo y no lo encuentro, ha ido a trabajar.
Por fin me relajo, pongo la radio y coloco la compra. Hoy he gastado más de lo normal, se enfadará cuando revise las cuentas, dice que no soy buena administradora.
Voy al salón y lo pongo en orden, aquí me encuentro un dibujo de Alicia, aquí una cera, aquí una muñeca, aquí otra cera. A veces pienso que lo mejor sería marcharse muy lejos de aquí con ella, tengo miedo de que le haga a ella lo mismo que a mí, entonces no respondería de mí misma. No quiero que crezca sola, sin madre, él lo sabe, ella es su mayor seguro para que permanezca con él, por eso finge que la adora, ha erigido a mi propia hija en mi carcelera.
Me dirijo a la habitación de mi pequeña, todo es caótico, pero hasta su desorden resulta dulce. Una medias, una zapato azul, una cinta del pelo, más muñecas y más ceras.
La radio se ha apagado, normal, pobre trasto que ha recibido tantos golpes…qué irónico. Será mejor que vaya a ponerla de nuevo, la radio hace que me sienta acompañada y sobre todo siento que él no está.
Llegando a la cocina me doy cuenta de que me falta el aliento, no puedo respirar, algo no va bien, la radio no está en su sitio, ¿dónde está la radio?
- ¡Puta!
Es él, es su voz, está enfadado. Siento un fuerte golpe en la cabeza… me ha golpeado con la radio. Todo da vueltas, siento un líquido caliente que me moja el vaquero; me he orinado. Todo da vueltas a mí alrededor y la oscuridad va cerniéndose sobre mí a cada golpe que recibo. Me patea todo el cuerpo mientras que intento protegerme con las manos.
Todo termina tan rápido como empezó, pero no puedo moverme. Siento que si muevo un solo dedo me rompa en mil pedazos. Aunque por dentro ya estaba destrozada, en todos los sentidos.


Mariola Guijarro M.