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Dream Brother; de Jeff Buckley



Es una canción que personalmente me encanta de un cantante que, personalmente, me encanta más aún. Os dejo aquí mi cutre-traducción de la letra:

Hay un niño durmiendo junto a su gemelo
La imagen enloquece en una ráfaga de viento
Ese ángel oscuro que entra arrastrando los pies
Vigilándoles con sus alas de plumas negras desplegadas

El amor que perdiste, con su piel tan blanca
Está libre en el viento con su pelo acaramelado
Sus ojos verdes lanzaban adioses
Con su cabeza en sus manos
Y tu beso en los labios de otra
Hermano de Sueños con tus lágrimas esparcidas por el mundo

No seas como los que me hicieron tan viejo
No seas como ls que dejaron atrás su nombre
Porque te están esperando como lo esperé para mi
Y nadie vino jamás...

(BIS, BIS)
Jamás nadie...


Siento miedo y te llamo
Me encanta tu voz y tu enloquecida danza
Oigo tus palabras y sé de tu dolor
Con tu cabeza en tus manos y su beso en los labios de otro
Tus ojos al suelo y el mundo girando para siempre
Dormido en la arena con el océano que inunda
Dormido en la arena con el océano que inunda
Dormido en la arena con el océano que inunda
Dormido en la arena con el océano que inunda

Ah has conocido a quien amo
y has olido a quien te ama
Hermano de sueño, hermano de sueño, sueño, sueño
sueño dormido en la arena con el océano que inunda

De la ceniza volverás - fragmento

Os dejo con un fragmento de uno de los relatos en los que estoy trabajando. Si de momento no lo cuelgo entero se debe, entre otras cosas, a que estoy planteándome presentarlo a un concurso. Se basa en el monólogo de alguien con otro alguien que, se insinúa, es un fénix atrapado bajo las cenizas. Todos los párrafos, donde va analizando sus sentimientos y lo sucedido, terminan con la misma promesa: "de la ceniza volverás". Que, además, es el título de un libro de Ray Bradbury. A ver que os parece. Este es el 4º párrafo donde, tras hablar de cómo construyó su propia pira, se llega al fuego que le consumió:

(...) Vi lo que pasó, lo vi y me dolió tanto como a ti que lo sufrías. Estabas sobre tu torre de madera y no se te ocurrió que podía arder o derrumbarse o ambas cosas a la vez. A mí tampoco. Pero lo hizo, ardió y se derrumbó. Lo más notable fueron las llamas: aquel horrible fuego que, a base de ennegrecer, mataba; el causante de las cenizas que te encadenan. Fue horrible. Debió serlo para que a mí, con solo verte, me doliese en tu dolor. Las llamas se comieron la madera, la pira, te comieron la piel a base de ardores. Se tragaron incluso las flores, las pobres, en el fondo no eran nada más que decoración. Sí, las flores. Devoraron hasta las nomeolvides, y se fueron, con un solo quejido azul, sus pétalos azules y sus olores azules y sus sombras azules que prometían eternidad. Eran ceniza, o quizás no, pero en ceniza se convirtieron. Aún entonces lo pensaba, qué habías de volver. Decirlo, sin embargo, era imposible con el fuego desatado, con la garantía de la ceniza. Hubiese sido inadecuado, improcedente, y yo, atenazado por tu mismo dolor, era incapaz de coger aire para insistir en mi promesa. Ahora, en cambio, sí que puedo, fíjate: volverás. De la ceniza de tus obras, de las cenizas de nomeolvides, maderas e incienso, de la ceniza volverás. (...)"

Soy

SOY

Soy yo, o eso creo, con todas mis cenizas.
Soy yo, con las cicatrices, con el alfiler y la rosa.
Soy, puro en la pura lágrima o el puro polvo.
Soy yo, desangrado en mis soles perfectos, soy yo.

Soy él, que duerme como duerme el rey herido.
Soy él, que yace bajo la montaña de agujas.
Soy el, que agoniza entre los cadáveres de nomeolvides.
Soy él, desnudo para los fuegos, soy él.

Soy luz y no soy luz sin velos.
Soy viento y no soy viento derribado.
Soy algo y no soy algo con sentido
Soy yo y no soy yo, o eso quiero creer.

Pero tú, dime, tú, tú, ¿quién eres?


Por Andrés B. Mir