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Walt Whitman; ¡Escurríos, gotas!

¡ESCURRÍOS, GOTAS!

¡Escurríos, gotas! ¡Dejad azules mis venas!
¡Oh, gotas mías! Escurríos pausadas, gotas,
cándidas, de mi cayendo, gotead, sangrantes gotas,
de las heridas abiertas para liberaros de la que era vuestra prisión.
De mi rostro, de mi frente y mis labios,
de mi pecho, en el cual yo me ocultaba,
apresuráos hasta lo último, rojas gotas, gotas de la confesión,
colorad cada página, colorad cada canto de los que yo canto,
cada palabra de las que yo produzco, sangrientas gotas,
dejadles que conozcan vuestro fuego escarlata, que brillen,
saturadles a todos de vosotras mismas, sonrojadles y empapadles,
resplandeced sobre todo cuando he escrito o escriba, sangrantes llamas.
Dejad que todo se vea con vuestra luz, purpúreas gotas mías.