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Cesaria Évora

Para completar con algo de cultura musical, he aquí un par de canciones de esta señora. Tiene un aire a abuela, pero, oh, por la gloria del Altísimo... Que voz.

Sodade:



Y esta, cantada junto a una tal Kayah (mis sospechas son que se trata de una cantante de Europa del este, pero no me ha interesado lo suficiente, le verdad), responde al nombre de Enbarcaçao

Ángel Olgoso; El mundo en el año uno antes de la nada

Un relato de un escritor no muy conocido, granadino y, desde mi punto de vista, bastante bueno. Es cortito, pero sin duda el relato que más me gustó de su libro "Los demonios del lugar". Espero que lo disfrutéis:

EL MUNDO EN EL AÑO UNO ANTES DE LA NADA

A menudo el camino hacia los cataclismos más pavorosos corre a través de menguados bancales: en algunos de nuestros urinarios públicos se encuentran, a veces, trozos de pan depositados allí intencionadamente por urófagos que luego recuperan de noche para comérselos con voluptuosidad. Bajo la puerta despintada de un servicio de la plaza Dorantes, albergado en las formas de un reseco, humilde, casi imperceptible trozo de pan, se halla el último de los Mitos del Centro, el último de los mágicos objetos del Orden, de los cifradores de energía espiritual, de los puntos de apoyo sobre los que descansa el Cosmos en perfecta armonía, el insospechado sucesor del roble de Merlín, del qutb, de la viga de oro, de la montaña mística de Qaf, de la lira de Apolo, del árbol de los gasitas, del Zahir, de los cuernos del toro Uznul. Sin sus arcanos, sin sus múltiples ónfalos, el Universo no sería más que un puñado de polvo en una violenta tempestad, un vórtice carente de leyes espacio-temporales, campos magnéticos y fuerzas gravitatorias. Ahora, por un motivo desconocido –quizá arbitrario-, el eje de todo reside en ese trozo de pan blanco hasta que es pisado inadvertidamente por alguien. Y el sonido de su extinción no resuena como el horrible estallido de un erizo al aplastarlo con el tacón, sino más bien como el manso silencio de esas flores que mueren cuando se las ilumina, como el silencio dilatado que antecede a un estruendo y quedan calladas las bestias, las brisas, las mareas, las estrellas.