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Y el Invierno Vuelve



A veces parece que el invierno llega a nuestra vida, da igual que esté volviendo la primavera y da igual que haya 40 grados a la sombra.
Hace ya tiempo escuché precisamente en el viento de un “invierno” muy frio, que me sacudía de un lado a otro, una historia que me hizo transportarme al lugar de donde nacen las cosas.

¡Ese lugar era tan mágico!, siempre me lo imaginé así, pues como podía ser un lugar que lo crea todo, que crea lo bello y lo grotesco, lo perpetuo y lo efímero, lo que nos da la vida y lo que nos duele. Ese lugar era la fuente de todo ser, hacía fuerte todo lo que parecía frágil y derrumbaba fortalezas y castillos con una facilidad estremecedora. El viento que me zarandeaba, la pesadilla en la que me veía envuelta se convirtió en una sensación extraña, ¡como de vida!, tengo que reconocer que me quemaba por dentro.

Yo aún era más delgada que ahora, el viento era frío y casi me tumbaba, avanzaba a una velocidad de medio paso por hora, pero, en ese medio paso podía ver las imágenes contenidas de los ancianos al morir, la sorpresa exaltada de los niños al aprender que si es cierto que se puede volar.

Eso nunca mas lo he vuelto a soñar, me acostaba cada noche queriendo volver al sueño de ese “invierno que parecía triste”, ¡le pedía que regresara!, pero solo podía soñar con veranos simplones que habían perdido para mí todo el atractivo.

-“¡vuelve!, vuelve, vueeeelve…”

Lo pedía exultando, con sinceridad e impaciencia. Pero nada, parecía que no podía ser.

Con el tiempo aprendí que los sueños no hay que esperarlos, ni desearlos, ni siquiera se pueden construir, sino que se presentaban ellos solos y había que cazarlos, y vivirlos, sino nos pueden decepcionar; los sueños más hermosos son los que se viven sin más, esos son los que nos dan la belleza y la paz.

Todavía tengo que aprender mucho del viento, que me hizo escuchar y que casi me derrumbaba, del invierno, incluso del verano, que no deseo. Tengo que aprender a volver a vivir en el más puro lugar de donde nace el Amor. Una vez volví, hace no mucho y todo seguía tan hermoso como siempre. Ahora vivo la realidad con todo eso guardado en mi corazón.

Reconozco que en mis sueños solo he ido acompañada a ese lugar; quizá volveré cuando pueda ir acompañada de alguien a quien no amo y pueda hacerle disfrutar. Mientras solo queda esperar.

Adela Sánchez