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El principe Abqat

Un fragmento de la historia que ando escribiendo, ambientada al rollo "Mil y una noches", sobre el principe Abqat que quiere ser reina. En este fragmento es la lucha del cronista, del pobre cronista, por intentar ocultar la verdad un poco mas. Y si, no hace mucho que lei el Orlando y siempre amare la escena con la lucha interna del biografo y las trompetas de la Verdad. Sin mas preambulos:


"Aquí, el cronista debe seguir y lo lamenta, aquí le tiembla la pluma y arroja manchas al pergamino en lugar de palabras, aquí el tintero está seco y se rellena, aquí está incómodo en su asiento y se ladea, aquí se pausa para el té, aquí recuerda al lector, al querido lector, que los pecados de un rey no son los de su cronista, aquí suspira, aquí cambia las velas, piensa que es tarde, se va, duerme, tiene una pesadilla con hombres de máscaras doradas, despierta, vuelve y no se atreve. Aquí es dónde el cronista maldice haber tomado esta historia con las mejillas vibrando de la vergüenza, y aquí pide Piedad y pide Piedad, Piedad, y pide a la Verdad que no sea exigente, que le permita ocultar un poco más, con tanta habilidad como ha podido hacerlo hasta ahora, la Vergüenza y el Pecado, lo que debería de ser injuriar pero no es una injuria, sino cierto, lo que mancha a Abqat ben Ahul ben Jesuf ben Humal. Pero aquí la Verdad, que se sienta en su trono y es ciega y quizás por ciega o por entronada no le importa nada más, la Verdad, en fin, implacable, coloca su mano sobre la mano del cronista y dice No, dice No. Y aquí el escritor, el humilde escriba, intenta consolarse con filosofía y con que no hay mal que por bien etcétera; y aquí intenta pensar, que Alá le perdone, que si todo está decidido por Alá, también Él habría decidido esta parte, que Abqat fuera escarnio del reino de Aqual’bar Zhara, y estarán el Pecado y la Vergüenza paliados en un plan Divino que el cronista no puede atisbar pero que ruega, ruega que exista. Y aquí la Verdad, que no por ciega es tonta, que se ha dado cuenta del tejemaneje, del conseguir líneas de Verdad oculta a base de filosofía y divagar, que no le gusta, que no tiene ni tendrá piedad, aquí, la Verdad diciendo No le agarra al cronista la pluma, la Objetividad le amarra la boca y el cronista, a su pesar, debe admitirlo y sentir que la mano le tiembla de vergüenza. Aquí amarrado, casi inmóbil, aquí el cronista debe dar lo que Abqat, aquella noche, contestó: “Se llama Munir”. Y aquí el cronista debe contar lo que sabía Taqba: que Munir no era de linaje, que trabajaba en las cuadras, que era, ay, Alá, que era varón y varón de veras y no princesa disfrazada como habría sido en un cuento en que se disfraza una princesa y etcétera porque la Verdad, la Verdad, no quiere distracción ni cuentos ni paliativos. No puede ocultarse más: Abqat era un invertido."