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Los ónfalos

En este momento, en la Estación del Norte, hay una niña jugando. Aburrida mientras espera a que sus padres terminen algo, gira sobre sí misma mientras sonríe, mientras sonríe y la gente pasa ahogada en su prisa. Gira y gira, y el mundo sigue su curso. Nadie, ni siquiera ella, daría la más mínima importancia a su juego. Todos los que lo hiciesen, los que lo contemplasen como algo sin la más mínima trascendencia, estarían cometiendo un gran error. Si le preguntásemos a esta niña por qué lo hace, suponiendo que le detuviésemos para esto (cosa que podría ser un error), se encogería de hombros: no lo sabe pero lo hace. Gira, gira sobre si misma con los brazos extendidos, y su risa rasga el estruendo de murmullos y maletas.

Ella, inconsciente de su importancia, está sosteniendo el mundo.

No se lo digáis, no le hagáis saber que de su juego depende Todo, que su capricho es la misión más grandiosa que se puede llevar a cabo. Jamás contéis este secreto a los niños: si girasen con una intención, si girasen con razón y sin risas, todo se derrumbaría. Es nuestro secreto, el que de todos modos nadie creería.

Esa niña, con todos los que una u otra vez giran sobre sí mismos ajenos al exterior, es lo que los griegos llamaron “ónfalos”, el Ombligo del Mundo. Son los que lo sustentan todo, el pilar que permite que haya órbitas y gravedades, lo que mantiene en su lugar todas las Leyes descubiertas y por descubrir. Son lo que fue Delfos y su piedra enterrada, la que en tiempos tragó un titán creyendo que era su hijo. Son lo que fue el árbol donde colgó un aesir, como lo fue aquel otro nacido con el único objetivo de dar sombra a una meditación. Son lo que fueron los pedazos de madera donde expiró un buen hombre, son el fuego de las vestales, lo que fueron Jerusalén y la Meca, lo que fue la pequeña urna desconocida en que unos cavernícolas arrojaron sus sueños.

El papel de ónfalos ha cambiado a lo largo de los siglos, ha pasado de objeto en objeto, de acción en acción. Los hombres, de forma inconsciente (o eso prefieren creer los sabios) han estado a punto de destruirlos a menudo. Con cruzadas, con guerras y con talas, han hecho peligrar lo que existe. Antes de la pérdida de ónfalos anteriores, sin embargo, otros actos u objetos han tomado el relevo de forma, quizás, arbitraria, una metempsicosis del Sentido del Mundo. Los intentos de destruirlos suceden aún hoy día, cuando los adultos, irritados, ordenan a un niño que deje de girar y reír. ¿Son conscientes del horror que podrían desencadenar? ¿Saben lo que podría pasar si ningún niño girase y girase sin razón mientras ríe?

Todo se derrumbaría. Se teoriza que no habría ningún ruido, siendo este lo primero en desaparecer. Tampoco importaría: en cuestión de segundos Todo se deshacería de una forma que las palabras no entienden. Sin ruido ni risa ni Verbo que haga la luz, las cosas se romperían con que durante un solo instante ningún niño sostuviese la Creación. Con ese silencio que a veces precede a grandes ideas, se perderían los mares, las estrellas, las mareas, los nombres y los detalles sin importancia. No habría ni algo ni nada, sólo absoluto sinsentido que a nadie importaría.

Pero hoy, ahora, hay una niña en la Estación del Norte que juega a girar sobre sí misma. Es ella, que disfruta sin necesitar razones. Es ella quien sostiene el mundo.

El infierno

"El infierno son los demás"

Jean-Paul Sartre

El infierno, señor Sartre, no son los demás. El infierno es uno mismo. El infierno es estar atrapado en los círculos concéntricos del propio odio, es saber que en las venas tienes enraizadas la lava y la ceniza, es sentirse tan mal que no importe que en algún lugar del mundo haya una cabeza de niño cortada ni que delante tuya las palomas sigan volando hermosas. Es eso, ¡eso! Más doloroso que ver el asco en los ojos ajenos que amamos, es ver los ojos que amamos con todas las agujas de nuestros ojos decepcionados. El infierno está en uno mismo, en el sufrimiento de saberte herido, en que odiar sea el único camino y el único sentimiento. Todo lo anega el infierno con su fuego, entra por cada orificio, por cada poro, asfixiándote en llamas y si pudieras, oh, si pudieras, se las darías a todo, harías arder el mundo y derribarías los rascacielos de las otras felicidades, sin más, por puro odio que se alimenta mordiendo la cola ajena. El infierno es uno mismo, desnudo ante sus peores sentimientos, ante los pozos de brea destapados en el pecho. Enfrentarse cara a cara con que no somos tan buenos como nos gustaría ser, con que no podemos ser tan buenos como nos gustaría ser. El infierno está en cada cuál, en la necesidad de hacerle daño a lo que nos rodea esperando que cojan parte de nuestro interminable dolor. Es el infierno que se lleva cualquier flor y cualquier ala y cualquier hálito sereno sin dejar más que prado ennegrecido donde no ha de crecer la hierba. Es el infierno, y está en uno mismo.


Oda al Mar; por Pablo Neruda

Os dejo con un fragmento de la Oda al mar de Pablo Neruda. El resto del poema también es bonito, tratando sobre el mar respecto a los hombres y los pobres pescadores... Pero esta es la parte que más me gusta:




ODA AL MAR


Aquí en la isla
el mar
y cuánto mar
se sale de sí mismo
a cada rato,
dice que sí, que no,
que no, que no, que no,
dice que si, en azul,
en espuma, en galope,
dice que no, que no.
No puede estarse quieto,
me llamo mar, repite
pegando en una piedra
sin lograr convencerla,
entonces
con siete lenguas verdes
de siete perros verdes,
de siete tigres verdes,
de siete mares verdes,
la recorre, la besa,
la humedece
y se golpea el pecho
repitiendo su nombre.

Por Pablo Neruda

Dream Brother; de Jeff Buckley



Es una canción que personalmente me encanta de un cantante que, personalmente, me encanta más aún. Os dejo aquí mi cutre-traducción de la letra:

Hay un niño durmiendo junto a su gemelo
La imagen enloquece en una ráfaga de viento
Ese ángel oscuro que entra arrastrando los pies
Vigilándoles con sus alas de plumas negras desplegadas

El amor que perdiste, con su piel tan blanca
Está libre en el viento con su pelo acaramelado
Sus ojos verdes lanzaban adioses
Con su cabeza en sus manos
Y tu beso en los labios de otra
Hermano de Sueños con tus lágrimas esparcidas por el mundo

No seas como los que me hicieron tan viejo
No seas como ls que dejaron atrás su nombre
Porque te están esperando como lo esperé para mi
Y nadie vino jamás...

(BIS, BIS)
Jamás nadie...


Siento miedo y te llamo
Me encanta tu voz y tu enloquecida danza
Oigo tus palabras y sé de tu dolor
Con tu cabeza en tus manos y su beso en los labios de otro
Tus ojos al suelo y el mundo girando para siempre
Dormido en la arena con el océano que inunda
Dormido en la arena con el océano que inunda
Dormido en la arena con el océano que inunda
Dormido en la arena con el océano que inunda

Ah has conocido a quien amo
y has olido a quien te ama
Hermano de sueño, hermano de sueño, sueño, sueño
sueño dormido en la arena con el océano que inunda

De la ceniza volverás - fragmento

Os dejo con un fragmento de uno de los relatos en los que estoy trabajando. Si de momento no lo cuelgo entero se debe, entre otras cosas, a que estoy planteándome presentarlo a un concurso. Se basa en el monólogo de alguien con otro alguien que, se insinúa, es un fénix atrapado bajo las cenizas. Todos los párrafos, donde va analizando sus sentimientos y lo sucedido, terminan con la misma promesa: "de la ceniza volverás". Que, además, es el título de un libro de Ray Bradbury. A ver que os parece. Este es el 4º párrafo donde, tras hablar de cómo construyó su propia pira, se llega al fuego que le consumió:

(...) Vi lo que pasó, lo vi y me dolió tanto como a ti que lo sufrías. Estabas sobre tu torre de madera y no se te ocurrió que podía arder o derrumbarse o ambas cosas a la vez. A mí tampoco. Pero lo hizo, ardió y se derrumbó. Lo más notable fueron las llamas: aquel horrible fuego que, a base de ennegrecer, mataba; el causante de las cenizas que te encadenan. Fue horrible. Debió serlo para que a mí, con solo verte, me doliese en tu dolor. Las llamas se comieron la madera, la pira, te comieron la piel a base de ardores. Se tragaron incluso las flores, las pobres, en el fondo no eran nada más que decoración. Sí, las flores. Devoraron hasta las nomeolvides, y se fueron, con un solo quejido azul, sus pétalos azules y sus olores azules y sus sombras azules que prometían eternidad. Eran ceniza, o quizás no, pero en ceniza se convirtieron. Aún entonces lo pensaba, qué habías de volver. Decirlo, sin embargo, era imposible con el fuego desatado, con la garantía de la ceniza. Hubiese sido inadecuado, improcedente, y yo, atenazado por tu mismo dolor, era incapaz de coger aire para insistir en mi promesa. Ahora, en cambio, sí que puedo, fíjate: volverás. De la ceniza de tus obras, de las cenizas de nomeolvides, maderas e incienso, de la ceniza volverás. (...)"

Soy

SOY

Soy yo, o eso creo, con todas mis cenizas.
Soy yo, con las cicatrices, con el alfiler y la rosa.
Soy, puro en la pura lágrima o el puro polvo.
Soy yo, desangrado en mis soles perfectos, soy yo.

Soy él, que duerme como duerme el rey herido.
Soy él, que yace bajo la montaña de agujas.
Soy el, que agoniza entre los cadáveres de nomeolvides.
Soy él, desnudo para los fuegos, soy él.

Soy luz y no soy luz sin velos.
Soy viento y no soy viento derribado.
Soy algo y no soy algo con sentido
Soy yo y no soy yo, o eso quiero creer.

Pero tú, dime, tú, tú, ¿quién eres?


Por Andrés B. Mir

Perfecto; de Bei Dao

PERFECTO

al final de un día perfecto
los hombrecillos que buscan el amor
dejan cicatrices en el crepúsculo

debe existir un sueño perfecto
donde los ángeles atienden ciertos
privilegios venturosos

cuando suceda el crimen perfecto
los relojes estarán en hora
y los trenes se pondrán en marcha

una llama perfecta ambarina
los clientes de la guerra
giran alrededor para calentarse

por su imposible escenario la luna perfecta asciende
el farmacéutico está preparando
un tiempo totalmente envenenado

Por Bei Dao

Penélope

Así, por curiosidad, he descansado durante un rato del estudio de exámenes buscando algunos poemas sobre Penélope, personaje que personalmente siempre me gustó más que Ulises. Aquí os dejo algunos de los más interesantes:

PENÉLOPE

Pajarillo enjaulado, me han quitado los ojos
y tengo una cuadrícula
calcada sobre el mundo.
Ni mi propio sudor me pertenece.
Espera en la antesala, me dicen, y entrelazo
mis manos mientras cubro de envidia
las cabras que en el monte ramonean.
Ciega de historia y lino
me pierdo entre las sombras
y a tientas voy contando
la luz del mediodía.
Noche mía del fardo
que sin luces me arroja
la esperanza del tiempo
engastado en la letra. Noche mía, mi luz
cuadriculada en negro, cómo pesa
mi manto y su bordado, cuánto tarda
la paz negra del cielo, cuánto tarda.

Por Juana Castro

VIAJES DE PENÉLOPE

No basta con tejer para la espera
es preciso viajar: volar la pluma
por la ternura encuadernada en sueños:
chalupa más sutil
cóncava y ágil
que las viriles naves de Ulises
intermitentemente prisionero

Madre isla que estás venida a remos
convertida en solar de pretendientes:
infundiendo los viajes:
¿quién guardará tus playas de naufragio?
Penélope no está: queda su imagen

Por Juana Rosa Pita

PENÉLOPE

No creáis mi historia:
los hombres la forjaron
para que el sacro fuego de inventados hogares
no se apagara nunca en femeniles lámparas.

No creáis mi historia
Ni yo esperaba a Ulises
Tantas Troyas y mares y distancias y olvidos…,
ni mi urdimbre de tela
desurdida de noche
se trenzaba en su nombre.

Mi tela era mi escudo,
no del honor de Ulises,
no de la insomne espera
del ya más extranjero
que los lejanos príncipes que acechaban mi tálamo.

Y si el arco de Ulises
esperaba su brazo,
es porque yo al arquero
sólo desdén profeso,
y nada me interesan sus símbolos de pureza:
sus espadas, sus arcos,
sus tremolantes cascos
y las espesas sangres
de su inútil combate.

No creáis en mi historia
Cuando volvió el ausente
me encontró defendiendo con mi ingeniosa urdimbre
mi derecho inviolable al tálamo vacío,
a la paz de mis noches,
al buscado silencio:
la soledad es un lujo que los dioses envidian.

Por Isabel Rodríguez Baquero

Los pergaminos mágicos

He estado curioseando un libro que me compré hace tiempo, El gran libro de las brujas, de Rafael M. Mérida Jiménez. En contra de lo que podría esperarse con ese título, es un análisis la mar de interesante de la evolución del concepto de brujería desde la grecia clásica hasta el Santo Oficio, pasando por interesantes capítulos de la concepción provenzal o morisca de la magia. Algunos de los conjuros, de las recetas para realizar algo, las encuentro bastante curiosas, poéticas incluso.

Aquí os dejo las que más me llamaron en su momento la atención, de unos papiros encontrados en Egipto cuyas fechas van desde el I a.C. (el más antiguo) hasta la caída del Imperio Romano. Todos se conservan, como no, en el Museo del Saqueo Profesional, conocido sólo a veces como Museo Británico. Como es obvio, debían ser de gente con dinero y aburrida... Por eso mismo, la mayoría son conjuros de amor o de venganza.

El Papiro XXXVI es un conjuro de amor a través de una invocación a Hécate, el fragmento del papiro IV (el más extenso) es una oración para recoger plantas que se fuesen a usar en rituales, el del papiro VII es la receta para un "filtro" de amor y el del papiro XIV es una invocación con malas intenciones a Set. Sin más, os dejo con esta muestra de arqueología tan curiosa:

Del Papiro mágico XXXVI:

Escribe sobre un trozo de cerámica cruda con un estilo de bronce:
Hécate, Hécate trimorfa, ahora que están completos los signos mágicos todos de cada forma, te conjuro a tí por el gran nombre de Ablatanata y por el poder de Agramari, porque te conjuro a ti que contienes el fuego, y a los que hay en él, a que [nombre de persona] se consuma en el fuego, a que le empujes hacia mí, porque yo sostengo en mi mano derecha las dos serpientes y la victoria de Iao Sabaot y por el gran nombre Bilcantri mopheche, tu que blandes el fuego. Que me ame ardientemente, que arda de amor por mí, sí, que sufra. Yo soy Sincutuel.

Del Papiro mágico IV:

Fuiste sembrada por Cronos, concebida por Hera, guardada por Amón, parida por Isis, alimentada por la lluvia de Zeus y creciste gracias a Helios y al rocío.
Tú eres el rocío de todos los dioses,
tú eres el corazón de Hermes,
tú eres la simiente de los dioses primeros,
tú eres el ojo de Helios,
tú eres la luz de Selene,
tú eres el celo de Osiris,
tú eres la belleza y la gloria de Urano,
tú eres el alma del demon de Osiris, la que se regocija en todo lugar,
tú eres el espíritu de amón.
Como tú exaltas a Osiris, así exáltate a ti misma y levántate igual que Helios se levanta cada día.
Tu tamaño coincide con el de la mitad del camino de Helios,
tus raíces son como las del abismo,
tus fuerzas están en el corazón de Hermes,
tus partes leñosas son los huesos de Mnevis,
y tus flores son el ojo de Horus;
tu semilla es la semilla de Pan.
Yo te lavo con resina igual que a los dioses, también para mi salud,
Queda purificada con mis oraciones y danos fuerza como Ares y Atenea.
Yo soy Hermes.
Te cojo con la Suerte Buena y con el Demon Bueno y en buena hora y más en buen día y con buen hacer en todo.

Del Papiro mágico VII:

Ante un vaso con vino, recita siete veces la siguiente fórmula: "Tú eres vino. No eres vino, sino la cabeza de Atenea. Tú eres vino. No eres vino, sino las entrañas de Osiris, las entrañas de Iao, Pacerbet; semesilam oo e patachna iaaa. En el momento en que entres en las entrañas de [nombre de persona] haz que me ame a mí, todo el tiempo de su vida.

Del Papiro mágico XIV:

Te invoco a ti, el que está en el espacio vacío, el terrible, indivisible, todopoderoso, dios de dioses, que produce la ruina y la aridez, el que odia una casa bien establecida, tú que fuiste expulsado de Egipto y viviste fuera de tu tierra, el que todo lo destruyó sin ser vencido.
A ti te invoco, Tifón-Set, te ordeno que vaticines, porque invoco tu nombre auténtico con palabras que no puedes desoír:
ïo Erbet, ïo Pacerbet, ïo Bolcoset, ïo Patatnax, ïo Ssoro, ïo Nebutosualet Aktiofi, Eresquigal, Nebutosoalet, aberamenthoou lerthexanax ethrelyoth nemareba, aemina.

Ven junto a mí, camina y arroja a [nombre de persona] en el escalofrío y en la fiebre. Obró mal contra mí y derramó la sangre de Tifón en su propia casa. Por ello haz [deseo]

Alma

ALMA

Déjale.
Déjale ser ella.
Déja que se enrede
como se enredan las cosas que vibran,
que vuelan,
las cosas que saben
que habrán de morir.


Por Andrés B. Mir

José Corredor Matheos; Nada de lo que has sido...

NADA DE LO QUE HAS SIDO...

...estando ya mi casa sosegada.

San Juan de la Cruz

NADA de lo que has sido
permanece.
No tienes ni pasado
ni futuro,
y hasta el mismo morir
no es muy seguro.
Nada ni nadie a ti
te pertenece.
Pero respira el campo
si anochece.
Vuelve a ser todo transparente
y puro.
Avanzas confiado
hacia lo oscuro.
El mundo nace en tu interior
y crece.
Qué sencillo morir.
y qué sencillo
poder vivir al fin
como si todo
fuera un ir devanándose
el ovillo,
y nunca hubiera sido
de otro modo.
Todo vuelve a ser tuyo,
siendo nada,
estando ya la noche
iluminada.

Por José Corredor Matheos

43 puestas de sol



Hoy, hoy he visto 43 puestas de sol
y ha sido el mismo astro bajo distintos colores inalcanzables.
43 puestas de sol han paseado por mi cuerpo
mordiéndome las heridas, los alfileres de los párpados.

Ha sido hoy cuando 43 puestas de sol
me han fundido plomo en el alma,
cuando 43 puestas de sol
han recorrido en hilera mis mejillas.

Ellas.
Ellas han roto mi expresión y tensado mi cuerpo
mirándose en el enfermo del espejo.

Son ellas las 43 puestas de sol,
no las 43 serenas de la melancolía absurda.
Son las que queman, las del fuego que ennegrece.
Son ellas y no hay donde esconderse.

Hoy 43 puestas de sol se han enredado en mi almohada.
43 puestas de sol me han impedido dormir.
Hoy he visto amanecer entre 43 puestas de sol...
Pero el alba ha pasado sin dirigirme la palabra.