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Umberto Eco; Cuando el Otro entra en escena

(...)

"Pero tu dices que, sin el ejemplo y la palabra de Cristo, todas las éticas carecerían de una justificación básica imbuida con el ineluctable poder de la convicción. ¿Por qué impedir a los laicos el derecho a aprovechar el ejemplo de un Cristo que perdona? Intenta, Carlos María Martini, por el bien de la discusión y el diálogo en el que crees, aceptar aunque sólo sea por un momento la idea de que Dios no existe; que el hombre apareció en el mundo por error y destino torcido, entregado no sólo a su condición de mortal sino que también condenado a ser consciente de esto, y por esta razón la más imperfecta de las criaturas (si se me permiten los ecos de Leopardi en esta sugerencia). Este hombre, para encontrar coraje con el que esperar a la muerte, se convertiría necesariamente en un animal religioso, y aspiraría a la construcción de narrativas capaces de darle una explicación y un modelo, una imagen ejemplar. Y entre las muchas historias que imagina -algunas deslumbrantes, otras terroríficas; algunas patéticamente confortadoras- en la inmensidad del tiempo llega a cierto punto de fuerza religiosa, poética y moral como para concebir el modelo de Cristo, de amor universal, de perdón para los enemigos, de una vida sacrificada para que otras se salven. Si yo fuese un viajero de una galaxia lejana y me encontrase ante especies capaces de proponer este modelo, me sentiría lleno de admiración por tal energía teogónica, y juzgaría a esta especie despreciable y vil, que ha cometido tantos horrores, redimida aunque sólo sea por el hecho de que se las ha apañado para creer y desear que todo esto fuese cierto.

Ahora puedes dejar la hipótesis para otros: pero admite que incluso si Cristo fuese sólo el sujeto de una gran historia, el hecho de que esta historia hubiese sido imaginada y deseada por humanos, criaturas que sólo saben no saber nada, sería tan milagroso (misteriosamente milagroso) como el verdadero hijo de Dios hecho carne. Este misterio natural y mundano no dejaría de poner en marcha y ennoblecer los corazones de aquellos que no creen.

Es por esto que creo que, en sus puntos fundamentales, una ética natural -respetando la profunda religiosidad que la inspira- puede encontrar puntos en común con los principios de una ética fundada en la fe en la trascendencia, que no puede negar que los principios naturales han sido grabados en nuestros corazones siguiendo las ideas de un plan de salvación. Si se dejan, como ciertamente pasa, márgenes que no se tapan, no es diferente de lo que ocurre cuando diferentes religiones se encuentran entre sí. Y en cuestiones de fe, la caridad y la prudencia deben prevalecer."

De Cinco Piezas Morales

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